COMUNICACION EDUCATIVA





Definición 




Es un proceso en el que se produce un intercambio modificador para los involucrados, y que tiene como elementos un emisor un receptor un canal un código y algunos elementos que pueden aparecer, como el medio y el ruido.








LA COMUNICACIÓN EDUCATIVA 

Muchas y muy variadas son las definiciones que se encuentran acerca de la comunicación. Sin embargo, todas ellas coinciden en que es un proceso en el que se produce un intercambio modificador para los involucrados, y que tiene como elementos un emisor un receptor un canal un código y algunos elementos que pueden aparecer, como el medio y el ruido. Sin entrar en mayores detalles sobre el proceso de comunicación en sí, digamos que en la comunicación humana, emisores y receptores intercambian sus roles alternativamente, produciéndose lo que en la jerga comunicacional se denomina feedback o realimentación de contenido y consiste en que la respuesta del primer receptor se constituye en agente modificador de la nueva emisión del emisor original. Es necesario aclarar, que el canal es soporte en el que se produce el proceso comunicativo, y que, aunque coloquialmente se lo suele denominar medio, para los especialistas en comunicaciones, canal y medio no son estrictamente lo mismo. Mientras el canal o soporte es elemento concreto que canaliza la información (papel, cinta, disquete, CD), el medio es el dispositivo o equipo que el canal o soporte requiere para cumplir su función transmisora. Por ejemplo, si como tutores un alumno nos envía un trabajo para su corrección utilizando el correo electrónico, y nosotros se lo devolvemos comentado, en ese proceso comunicativo el medio fue la computadora, y el canal o soporte fue el correo electrónico. Si el intercambio es a través de disquetes, lo que cambió es el soporte o canal, pero no el medio. El código, está compuesto de un conjunto de símbolos cuyo significado debe ser conocido y consensuado entre emisor y receptor, y el ruido se supone 


La comunicación educativa como un proceso 

Analizaremos el proceso de la comunicación con el objeto de conocer cómo se produce, cuáles son sus componentes, qué factores intervienen y cómo influir en ellos para lograr un proceso eficiente. Tomaremos como referencia el modelo comunicativo diseñado por Berlo en 19691 que establece como actores en el proceso de la comunicación educativa al docente y al discente. Los elementos involucrados, según este modelo son los contenidos educativos, el soporte educativo, los medios didácticos, y los procesos son el de codificación y decodificación y el de realimentación. El modelo finaliza incorporando el concepto de ruido, que involucra todas las barreras o perturbaciones que dificultan el proceso. En este modelo, el docente, como emisor inicial del mensaje, realiza el proceso mental de codificación del contenido educativo, creando un mensaje y lo transmite, a través de un canal hacia el discente, inicialmente receptor del mensaje.

El discente recibe el mensaje (afectado o no por ruido) y realiza el proceso mental de decodificación e interpretación. Este mensaje recibido, actúa como estímulo para la generación de un mensaje de respuesta (que puede ser de coincidencia o de discrepancia entre otros) y hace que los roles de emisores y receptores se intercambien. Es ahora el alumno el que realiza un proceso de codificación de la respuesta, y, utilizando el canal, emite el mensaje respuesta que llegará (afectado o no por ruido) al receptor, que en esta etapa es el docente. Este receptor realiza la decodificación y interpretación del mensaje respuesta del alumno, estímulo éste que desata otro proceso de emisión. Es así como se cierra el círculo de la comunicación. La comunicación educativa establecida por este mecanismo, tiene como fin último el intercambio recíproco de conocimientos, procedimientos y actitudes que constituyen la finalidad de la educación. 


Requisitos funcionales de la comunicación educativa 

Para que este proceso sea eficiente, y cumpla con su fin último (es decir el logro de objetivos educativos) la comunicación debe tener ciertos requisitos, clasificados como "funcionales" por Murga Menoyo2 . A continuación enumeramos brevemente algunos de los requisitos funcionales a nuestro criterio más importantes. La comunicación educativa eficiente debe ser: 


Motivadora: El docente debe transmitir en la comunicación educativa estímulos que permitan captar y mantener la atención del alumno, ya sea por la creación de una necesidad o por la satisfacción de ella. Debe crear en el alumno la disponibilidad para aprender. 

Persuasiva: Debe lograr su finalidad tanto en función a los objetivos como a las metas. Los procedimientos y actitudes deben verse modificados de acuerdo a lo previsto. 
Estructurante: La comunicación debe ser capaz de orientar, facilitar y promover la construcción personal del educando. Por la teoría del aprendizaje significativo de Ausubel3 que el aprendizaje duradero es un proceso que se produce por la interacción o intrincación de los contenidos nuevos en el esquema cognoscitivo formado por el conjunto de los conocimientos previos del alumno. Es importante entonces que la comunicación sea estructurante, ayudando no sólo a identificar la estructura jerárquica en la que se inscribe el conocimiento que se transmite, sino también su relación con los organizadores previos de la estructura cognoscitiva de los discentes. Deberá tener entonces coherencia interna y externa. Interna dentro de los componentes de la comunicación y externa con el resto de los elementos de la estructura cognoscitiva previa de los alumnos.

Adaptativa: Esta característica de la comunicación educativa es la que tiende a facilitar la de interacción del discente con el medio en el que éste se desenvuelve, a través del mejoramiento del repertorio de conductas del sujeto. 

Generalizadora: La comunicación educativa debe tener capacidad para inducir a nuevas interconexiones o relaciones que permitan la aplicación del conocimiento adquirido a circunstancias análogas. Facilitadora de la Inteligibilidad: Esta meta se consigue cuando se logra "adaptar la información a las circunstancias que posibilitan su captación por el sujeto". Esto supone un cuidadoso análisis de los canales, los medios de reforzamiento de mensajes, los ritmos y la progresión, etc. Debe tenerse en 3 Ausubel, D.P. Investigador y Teórico de la educación, quien acuñó en 1976 el concepto de aprendizaje significativo. El ritmo de la comunicación de contenidos debe estar adecuado al quien lo recibe tanto en volumen como en nivel y frecuencia. 





Factores que determinan la efectividad de la comunicación educativa


Existen numerosos factores cuya influencia es innegable en el proceso de comunicación educativa. Dichos factores deberán ser maximizados por el docente, en el objetivo de obtener un proceso eficiente. Es nuevamente Berlo quien hecha luz sobre estos factores, mencionando cuatro categorías de factores que determinan la fidelidad o congruencia de la comunicación. Ellos son: Las habilidades comunicativas del docente, sus actitudes, sus conocimientos y su posición en el sistema educativo. Analizaremos a continuación brevemente algunos de estos factores categorizados por Berlo en 1979. Competencias comunicativas del profesorado: Se refiere el autor en este caso a las destrezas necesarias para traducir los contenidos cognitivoafectivos y para expresar con precisión e interpretar con fidelidad la respuesta que recibe del alumno. En la educación a distancia, el docente y en especial el tutor, aparte de poseer las habilidades codificadoras y decodificadoras clásicas de la lectura y escritura, deberán dominar los lenguajes icónicos, gráficos y audiovisuales, y emplear con maestría los medios más adecuados, teniendo en cuenta la ecuación costo/beneficio del medio. Es importante también la habilidad para realizar el reforzamiento de las partes estructurales de la comunicación a través de la redundancia de canales. Actitudes del docente: Engloba el autor aquí las propia concepción que el docente tiene de sí mismo y de su entorno. Destaca Berlo tres actitudes principales del docente: Hacia sí mismo, (seguridad, y confianza en sus propias capacidades que se transmite involuntaria e inexorablemente a los alumnos) hacia los contenidos educativos (en función de su convicción sobre la pertinencia de los contenidos a transmitir) y hacia sus alumnos (en función a su disponibilidad, apertura y capacidad de empatía). 


Nivel de conocimientos: La relación entre le nivel de conocimientos del docente y su repercusión en la transmisión del mensaje resulta obvia, dado que no se puede comunicar fielmente lo que no se conoce cabalmente o se comprende de manera parcial o confusa. El nivel de conocimientos también influirá en la elección del código y el canal y también en los medios didácticos utilizados, con particulares efectos sobre la eficiencia de la comunicación. Deberá el docente y en particular el tutor, manejar los contenidos de la disciplina impartida, las aportaciones de los saberes psicológicos de la educación y dominar el conocimiento pedagógico en lo que al fenómeno educativo respecta. 



El manejo del conflicto; la resistencia al cambio 


Es asimismo significativa la estrategia que adopta este modelo de educación en relación al conflicto. Los educadores y comunicadores formados en este modelo, al plantearse las técnicas para imponer la modernización y el «cambio de actitudes», prevén lo que ellos llaman «resistencia al cambio»: creencias, mitos, juicios, tradiciones, valores culturales ancestrales que conforman y condicionan el comportamiento social de las personas y que pueden entrar en conflicto con los nuevos hábitos propuestos, generando resistencia y rechazo. ¿Cuál es la estrategia que aconseja en ese caso la comunicación persuasiva? En primer lugar, no hacer caso ni escuchar a los destinatarios; considerar que el técnico siempre tiene razón y que si la gente no quiere aceptar las nuevas conductas es siempre por «prejuicios», por «ignorancia», por «atraso». Y, en segundo lugar, tratar de introducir la nueva conducta evitando el conflicto. Para sustituir algo —dicen— no es indispensable discutir los defectos de lo anterior. Es mejor resaltar las ventajas de lo nuevo que se propone e insistir en la recompensa. Cuando el mensaje no está de acuerdo con los valores del medio social del que forma parte el destinatario, se debe omitir toda referencia a ese desacuerdo. Es decir, INCULCAR LAS NUEVAS ACTITUDES SIN PASAR POR LA REFLEXIÓN, POR EL ANÁLISIS; SIN PASAR POR LA CONCIENCIA; SIN SOMETERLAS A UNA LIBRE ELECCIÓN.

La conciencia, la libertad molestan, fastidian. Hacen perder tiempo. Hay que lograr un resultado: no que la persona piense, discuta la cuestión y tome una decisión libre y autónoma (porque eso lleva tiempo y hay serio peligro de que al final termine rechazando la propuesta), sino persuadirla, condicionarla, ofrecerle el cebo de una recompensa, para que adopte de una vez el cambio que se desea imponer. 


El riesgo de absolutizar 


Confiamos en no ser mal comprendidos. Sí, por un lado, hay algunos comunicadores que, inadvertidamente, se dejan fácilmente llevar por la tentación de manipular, los hay también quienes, por reacción, temen tanto el caer en ese error que tienden a ver manipulación en todo. Es bueno y sano estar siempre alertas y ser críticos. Pero llevar esta actitud a extremos irreales puede resultar paralizante. Por temor al fantasma de la manipulación, podríamos terminar bloqueados y no hacer ningún trabajo concreto. Esperamos que, a lo largo del libro, el concepto se vaya precisando más. La comunicación educativa, siempre poniendo su énfasis en el proceso, también tiene que atender a los contenidos y a los resultados. La propaganda, la consigna, el símbolo, la expresión colectiva y masiva, el elemento emocional, puestos dentro de sus justos límites, ocupan un espacio necesario y legítimo en la práctica comunicacional y organizativa del pueblo. En tanto no sustituyan ni ahoguen el proceso. 


La influencia de los medios 


Acaso el principal motivo de ese desplazamiento de sentido esté en la irrupción de los llamados «medios de comunicación social»: la prensa, la radio, la televisión... En un comienzo, cuando empezó su expansión, no se les llamaba así. Los norteamericanos —sus grandes propulsores— los denominaron simplemente mass media: medios masivos o de masas. Pero después, para legitimarse y afirmar su prestigio, ellos mismos comenzaron a llamarse «medios de comunicación social». Se apropiaron del término «comunicación». Y ahí probablemente nació el equívoco. La forma de operar de estos medios se convirtió en modelo referencial, en paradigma de comunicación. Para estudiarlos, se construyó toda una «teoría de la comunicación» que se centraba exclusivamente en la transmisión de señales y mensajes. Lo que ellos hacían —transmitir—: eso era la comunicación. Así, en lugar de partir de las relaciones humanas, fueron la técnica, la ingeniería, la electrónica —y las poderosas empresas propietarias de los medios— los que impulsaron la forma de concebir la comunicación. Tuvimos entonces definiciones como las ya citadas al caracterizar los dos primeros modelos y que fueron casi umversalmente adoptadas: 

El acto o proceso que generalmente se llama comunicación consiste en la transmisión de informaciones, ideas, emociones, habilidades, etc., mediante el empleo de signos y palabras. BERELSON y STEINER, 1964

Tenemos comunicación siempre que una fuente emisora influye en otro —el destinatario— mediante la transmisión de señales que pueden ser transferidas por el canal que los liga. OSGOOD, 1961 



CAMINOS Y MÉTODOS PARA LA PARTICIPACIÓN 


Si resumimos lo visto hasta ahora, podemos enunciar las dimensiones básicas y establecer el marco referencial de una comunicación social, democrática y eficaz. Ella: 1. Ha de estar al servicio de un proceso educativo transformador, en el cual los sujetos destinatarios vayan comprendiendo críticamente su realidad y adquiriendo instrumentos para transformarla. 2. Y ha de ser una auténtica comunicación; es decir, tener como metas el diálogo y la participación. Pero cuando se trata de concretar estas metas, nos sobrevienen las dudas: ¿cómo lograrlas? Por ejemplo: — ¿Cómo hacer para que a través de un periódico o de un programa de radio los lectores o los oyentes dialoguen? — Y más aún: ¿cómo hacer para que todos participen personalmente en su producción? Ciertamente, no es posible imaginar mensajes elaborados por TODA una comunidad. Siempre será necesario un equipo responsable, un grupo encargado que asuma su producción. Pero si este equipo es creativo y, en lugar de sentirse emisor exclusivo y privilegiado, se sitúa como facilitador, como animador y organizador de la comunicación, puede encontrar formas y caminos para que los medios vayan generando un diálogo cada vez más compartido, y se vayan haciendo gradualmente más y más abiertos a la participación de sus destinatarios. En las propuestas de trabajo que desarrollamos a continuación, tomadas de las experiencias con distintos equipos populares de comunicación, hallaremos, a modo de ejemplo, algunos de esos recursos. Aunque, para su mejor comprensión, los referimos en cada caso a un medio determinado, la mayoría de ellos puede ser adaptada y aplicada también a otros medios (por ejemplo, la idea de una red de corresponsales del informativo de radio puede ser aplicada igualmente a un periódico).







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